Mabón es el nombre que corresponde a una de las
ocho festividades de la Rueda
del Año, celebradas por tradiciones como la wicca o la celta, y
hace referencia al Equinoccio Otoñal, el cual tiene lugar sobre el 23 de
septiembre, dentro de un par de días. Es una celebración también conocida como
"Tiempo de Cosecha",
o "El Banquete",
ya que esta festividad es un ritual para dar gracias por los frutos que la
tierra ha concedido, y el reconocimiento de la necesidad de compartirlos, para
asegurar las bendiciones de aquellos dioses de antaño durante los meses de
invierno.
Para muchos de nosotros, la llegada del otoño es
casi como el inicio de un nuevo periodo, ya que muchos contamos nuestras
actividades cotidianas de verano a verano, marcando la pausa de agosto el final
del ciclo en marcha, y, al terminar esta, el inicio de otro. Enero, en general,
solo es el principio de un año porque lo marca el calendario oficial que
usamos, pero intuyo que la mayoría sentimos que realmente es en Septiembre
cuando todo “vuelve a ponerse en marcha” tras un, más o menos, tiempo de
“reset” y descanso.
Que sea el momento de “dar las gracias” es
también significativo. Habiendo tenido un periodo de reflexión tras el ciclo
que finaliza, examinar aquello por lo que realmente vale la pena el
trabajo que estamos haciendo en nuestro proyecto de vida, es de vital
importancia para replantearnos, en breve, los objetivos para el nuevo ciclo. El
año pasado os hablé de otra fecha significativa, Samhain, que se celebra el 31
de Octubre, que podéis
volver a leer en este artículo, y que es realmente cuando uno tiene que
hacer esa nueva “lista de deseos y objetivos” que, la mayoría, solemos
plantearnos en el enero navideño, donde no están del todo presentes las
energías de renovación e inicio que si lo están ahora. En septiembre revisamos
y evaluamos lo que somos, y dónde estamos, y en octubre nos planteamos lo que
queremos ser, y a donde queremos llegar. Evidentemente esto se puede hacer en
cualquier momento del año, simplemente en estos periodos estamos algo más
alineados con energías y posiciones clave del movimiento de nuestro planeta en
nuestro sistema solar, y lo que ello conlleva a nivel de influencias externas
macro y globales para todos.
Puntos clave para plantear esos objetivos
Para el planteamiento de esos nuevos objetivos,
uno tiene que ser consciente de los procesos energéticos que los mueven y
llevan a manifestación, para poder aprovecharlos y diseñarlos correctamente,
siempre que sea posible. Por ejemplo, debemos ser conscientes que todo objetivo
se alcanza por “saltos” o etapas energéticas de varios pasos o niveles llamados
octavas, que son continuas y repetitivas, y que deben ser corregidas
conscientemente en puntos clave del proceso, para que este concluya
satisfactoriamente. Esto no tiene otro significado a nivel más “terrenal” que
monitorizar constantemente aquellos objetivos que nos hemos marcado, y el
camino que estamos recorriendo para alcanzarlo, e insertar “correcciones”
cuando vemos que nos desviamos del mismo, de lo contrario, corremos el riesgo
de que, a mitad de ciclo, estemos tan lejos del objetivo designado al principio
que ya no tenga sentido el esfuerzo de corregir el camino para enderezarlo.
También debemos ser conscientes que todo proceso
energético funciona por tríadas. Cuando se juntan tres energías conscientemente
para hacer algo el proceso es más robusto, y solo así funciona. Las triadas
tienen que ver con los tres atributos de todo bloque constituyente y procesos
de la Creación, que algunas enseñanzas llaman Amor, Sabiduría y Poder (o
voluntad), que otros llaman Omnisciencia, Omnipresencia y Omnipotencia, que
otros dicen energía Activa, Pasiva y Neutra, y que otros llaman de muchas otras
formas. Pero la tríada es básica en la consecución de todo objetivo, y estos
tres pilares deben estar y formar parte de los mismos a la hora de su
planificación y ejecución. De nuevo, a nivel más “terrenal” esto incluye
plantear las cosas desde sus tres aspectos básicos: conocer y saber claramente
lo que quiero hacer, tener el poder y la voluntad para ello, y aplicar el amor
como energía y motor para alcanzarlo.
Otro punto importante es que el resultado final
de cualquier cosa que nos hayamos propuesto depende solo de la intención
inicial con la que este objetivo fue creado, y que esta intención inicial tiene
mayor o menor nivel de “calidad” según el grado de consciencia de la persona
que lo manifiesta. Esto quiere decir que una esfera de consciencia más
expandida, un nivel de conocimiento más alto, una apertura a las energías del
amor (como energía que sirve de combustible “cuántico”) y un férreo poder de
voluntad, producen una intención que da como resultado un objetivo más sólido,
claro y tangible.
Leyes que se oponen
Y esto es tremendamente importante porque otras
dos leyes que rigen los procesos energéticos de todo aquello que ponemos en
marcha van en contra, de alguna forma, de ellos, o forman parte, mejor dicho,
de aquello que puede hacer que no los consigamos. La primera de estas leyes es
la que nos dice que, constantemente, todo catalizador o detonante externo puede
afectar estos procesos energéticos, y por ende, desviarlos. Al igual que os
acabo de decir que debemos monitorizar nuestros objetivos y el estado de
consecución de los mismos para corregirlos conscientemente, cuando vemos que
nos desviamos, debemos estar atentos a todo aquello que, externamente, los
desvía por si solos, en la vorágine de dinámicas y fuerzas que nos envuelven y
nos manejan en nuestro día a día cuando no somos conscientes de las mismas.
En la mayoría de casos, nuestros objetivos no se
alcanzan porque han sido desviados por mil factores externos, y no hemos sido
capaces de darnos cuenta para corregirlos a tiempo. Por otro lado, está la
cuestión de que toda energía y proceso puesto en marcha no puede detenerse
hasta llegar a un resultado concreto y determinado, es decir, toda octava debe
iniciarse y terminarse, y nunca ninguna se queda a medio camino, aunque su
final sea abrupto, no corresponda con la intención inicial, se vuelva recurrente
o termine en el polo opuesto al deseado. Pero todo aquello que se pone en
marcha tiende a manifestarse como resultado de una forma u otra, tal y como una
bola de nieve, que se lanza por una pendiente, crece y rueda cada vez mas
rápido hasta que es detenida al llegar al final de la pendiente o toparse con
algo que la frena.
En resumen, todo esto no son más que pequeñas
pautas para comprender mejor como evaluar lo que nos ha sucedido, en este
último ciclo que recién completamos, y como preparar el nuevo que se inicia,
siempre, claro, que dejes que Mabón haga su trabajo, y que este equinoccio de
otoño sirva como agradecimiento por lo recogido, y como preparación para el
nuevo periodo que se te abre por delante. A todos, gracias, y buena
recapitulación.
David Topí
Gracias David,
Feliz Mabón y buen trabajo!
Con Amor,
Manoli